Netflix es una de las compañías más entretenidas entre las que cotizan en Wall Street. Es drama corporativo en estado puro. Siempre te sorprende y eso crea gran expetación, no solo entre los inversores. Hace una semana, el vídeoclub virtual hacía historia al hacerse con 14 nominaciones a los Emmy gracias a "House of Cards", "Arrested Development" y "Hemlock Grove". Demostraba así a la televisión tradicional que está ahí para dar la batalla por el contenido original, como en su día sucedió con la HBO cuando irrumpió con los "Sopranos". Era también el reconocimiento oficial al negocio de la distribución de contenido audiovisual por Internet, un mercado emergente en el que compite con Hulu -controlada por la ABC (Disney), Fox (NewsCorp) y NBC (Universal)- y Amazon.


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 Eso fue el jueves. Cinco días después, los analistas dan un paso atrás tras ver sus resultados. Los números no son malos. Ganó 29 millones de dólares entre abril y junio, tras registrar ingresos por valor de 1.070 millones. Las cifras están dentro de lo se que esperaba y muestran un crecimiento del 20% de la compañía en un año. Pero hubo un detalle que no gustó en el parqué: el número de usuarios que se suma a la plataforma. Netflix registró 630.000 nuevos abonados en EE UU a su servicio streaming y 1,2 millones en todo el mundo, hasta un total de 37,8 millones al final del trimestre. Se esperaba que en el caso del mercado estadounidense fueran cerca de 880.000 nuevos suscriptores. Eso podría ser la señal de que el mercado empieza a saturarse, o al menos en EE UU.

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 Un detalle a tener en cuenta, sobre todo cuando se observa que el valor de la acción de Netflix pasó en un año de 52,8 dólares a 270,3 dólares antes de presentar resultados. Guste o no, lo cierto es que Reed Hasting, su consejero delegado y fundador, está siendo capaz de hacer crecer la compañía en un sector muy competitivo, donde está sometido al ataque constante de sus rivales. Hasta el regulador bursátil le buscó las cosquillas con una investigación por los comentarios que hacía el ejecutivo en Facebook, donde por cierto ocupa un asiento en su consejo de administración, como en Microsoft. La gran pregunta es si su tecnología tocó ya el punto más alto, como pasó con la Blackberry antes del iPhone o con AOL cuando emergió Google. Eso determinará el margen que tiene a largo plazo.